La mansión Winchester tiene una historia tan curiosa que hasta se han hecho películas como “Winchester: La casa que construyeron los espíritus (2018)”.
Primeramente, hablaremos de la leyenda -y de todo aquello que rodea el mito-. Luego, daremos una perspectiva que puede ser, aparentemente, más real.
La misteriosa historia empieza en Connecticut, en una familia de clase media alta donde nace Sarah Pardee. De esta mujer se dice que creció y desarrolló unas grandes habilidades musicales, además de que podía hablar con fluidez diversos idiomas, también tenía una belleza envidiable, por ese motivo se comenta que no tenía muchas amigas.
Sarah se unió en matrimonio con William Winchester, hijo de Oliver Winchester, poseedor de una empresa armamentística que se benefició de la guerra civil estadounidense (1861-1865) mejorando los fusiles de la época. La creación se pasó a llamar fusil Winchester. Esta arma tuvo gran venta e incrementó la fortuna de la familia, de ahí la unión, para aumentar las riquezas familiares.
La situación se vuelve desgraciada para la señora Winchester, ya que su primera y única hija tenía una grave enfermedad. Este acabaría perdiendo la vida lo que supuso un duro golpe para ella. Sin acabar de recuperarse de esta tragedia, en 1881, su marido falleció de tuberculosis. Con todo esto, Sarah obtuvo una gran fortuna -estimada en más de 500 millones de dólares actuales-, pero esto no era importante para ella.



Se cree que Sarah tuvo contacto con diversos espiritistas, médiums y personas conocedoras del mundo espiritual. Esto se debe a que ella, en la tristeza y la soledad de su casa, empezó a ser victima de sucesos paranormales. Empezaba a escuchar risas de niños, el llanto de un bebé, y veía sombras como las de un señor vestido de negro. La historia toma un punto de inflexión cuando contacta con un espiritista en concreto, el cual le dice que debe vender todas sus propiedades. Pero esto se lo dice como resultado de -según el espiritista- estar maldita, que se lo han dicho las almas.
La maldición se debe a que los espíritus de las personas que murieron en la guerra civil buscaban venganza, puesto que la arma que se solía utilizar era el fusil Winchester. Para librarse de la maldición debía recorrer hasta donde creyera suficiente, pararse y construir una casa, esta no debía ser nunca acabada, de lo contrario, moriría.
Sarah se mudó a San José, California, para empezar su nueva vida. Encontró una casa en construcción de un doctor, aquí fue donde ella se paró y decidió comprar la propiedad a esta persona. En un principio el médico se negó, pero Sarah fue insistente y le ofreció una cifra mucho más elevada que el precio que tenía la propiedad. Tuvo que contratar a mucha gente de la zona para empezar a construir.



De la señora Winchester se tenía una buena opinión, pero únicamente sus trabajadores, ya que se dice que ella no hablaba con gente de la zona que no conociera por mucho que fuesen amigables.
Durante los 38 años siguientes la mansión no dejó de construirse. Muchas veces derruían paredes y las volvían a levantar posteriormente. La construcción alcanzó los 7 pisos. Cada elemento de la misma tenía un motivo y además, Sara estaba obsesionada con el número 13; tenía 13 baños, un invernadero de 13 cúpulas, candelabros de 13 velas, un armario diseñado para un interior con 13 perchas. También, hizo un testamento de 13 secciones, que fue revisado 13 veces y firmado en 13 ocasiones, según se cuenta. Esto es porque el numero 13 representa renacimiento tras la muerte -antiguamente la interpretación de las matemáticas era incluso sagrada-. Esta mujer sabía de antiguas escrituras porque los espíritus le hablaban sobre ellas. De hecho, en la mansión hay elementos de carácter simbólico para los rosacruces o los masones.
En el sótano de la mansión Sarah empleaba los ritos y las ceremonias. Se cree que en compañía. Tenía esa sala para hablar con ellos (espíritus) y ver por donde había que seguir construyendo la mansión. Algo curioso es que dormía en una habitación particular, pero si no recibía contacto de los espíritus en sus sesiones decidía dormir en otra, por verdadero miedo y pánico.



Se comenta que cuando no podía dormir tocaba el piano hasta el amanecer.
En 1906 hubo un terremoto y se quedó atrapada en los pisos superiores. Pensó que los espíritus estaban furiosos porque casi había terminado la construcción. A partir de ahí, los obreros repararon parte de los daños que sufrió la mansión. En 1922 Sarah se despidió de sus empleados. Habló una vez más con las presencias. Se fue a su habitación y no volvió a abrir los ojos.
A sus 83 años dejó un testamento que entregaba los bienes a sus empleados, pero la sobrina Frances Marriot fue quien se llevó la mejor parte. Esto no gustó a los trabajadores, así que como se rumoreaba que había un tesoro escondido decidieron buscarlo. Pero cuando encontraron la caja se toparon con dos mechones, uno de su hijo y otro de su marido ya que para ella la fortuna no daba la felicidad.
Frances Marriot tomó todo lo que pudo de la casa, posteriormente la casa fue vendida. Sacaron todos los muebles, pero tardaron mucho tiempo porque la casa es un laberinto viviente. La mansión se convirtió en atracción turística. Tanto guías como visitantes aseguraban sentir presencias, escuchar fuerzas que golpeaban paredes, sonidos de martillos y sierras.



Todos los espiritistas dijeron que estaba embrujada: describen un hombre vestido de negro con un sombrero en su cabeza, niños correteando y personas discutiendo tras puertas que no llevan a ninguna parte y una mujer que porta un velo cubriendo su rostro…
En honor a Sara, los viernes 13, a las 13 y 13 minutos, las campanas de la mansión suenan 13 veces.
Y bien, ¿Qué hay de cierto en todo esto? La realidad es que no se puede asegurar el motivo de porqué Sarah Winchester construyó la mansión. Siendo justos con ella, cabe la posibilidad real de que simplemente fuera una persona de alto calibre intelectual, e inspirada en diversos autores de la época, decidiese construir una casa, además así empezaba una nueva vida en otro lugar, ya que recordemos que la pérdida de su hija y de su marido fueron grandes desgracias y esto pudo haber sido el causante de la movilización geográfica que hizo.